Ciudad del Vaticano. – El mundo católico ha sido testigo de un hecho histórico: por primera vez, un Papa con raíces dominicanas ha sido elegido como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Se trata de León XIV, nacido como Robert Francis Prevost Martínez en Chicago, EE.UU., en 1955, hijo de la dominicana Mildred Agnes Martínez, nieta del inmigrante Joseph Martínez Ramos, oriundo de la República Dominicana.
Con esta elección, se marca un antes y un después en la historia de la Iglesia. León XIV no solo es el primer Papa estadounidense, sino también el primero con doble nacionalidad (EE.UU. y Perú) y el primer agustino en ocupar la silla de Pedro.
Su formación y vocación lo llevaron muy joven a abrazar la vida religiosa dentro de la Orden de San Agustín. Fue en Chiclayo, Perú, donde durante más de una década realizó una intensa labor pastoral y misionera, ganándose el cariño del pueblo y afianzando su conexión con América Latina. Gracias a esta experiencia, el Papa León XIV domina el español con gran fluidez y calidez.
En su primer saludo al mundo como líder de los católicos, pronunció con firmeza y emoción: “La paz esté con todos ustedes”, en un perfecto español que tocó el corazón de millones de creyentes hispanohablantes.
Este nuevo Pontífice representa una visión global de la Iglesia: con raíces caribeñas, alma andina y formación norteamericana, se espera que impulse una nueva era de acercamiento, inclusión y renovación. Su identidad refleja la riqueza cultural y espiritual de los pueblos latinoamericanos, y para la República Dominicana es motivo de orgullo nacional.
La elección de León XIV es también un reconocimiento a la labor silenciosa y constante de las comunidades religiosas de América Latina, y una muestra de que la fe, cuando se vive con entrega y humildad, no tiene fronteras.
El Vaticano entra en una nueva etapa bajo la guía de un Papa con sangre dominicana, alma agustiniana y un corazón dispuesto a abrazar al mundo entero.