La cesárea es hoy la cirugía mayor más practicada en el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en promedio, una de cada cinco mujeres en el planeta da a luz por esta vía. Sin embargo, las cifras varían enormemente: mientras en países como Suecia o Noruega la tasa ronda el 17%, en Brasil supera el 55% y en República Dominicana se mantiene cerca del 60%, una de las más altas del mundo.
La OMS recomienda que las tasas se sitúen entre un 10 y 15%, pues en ese rango se atienden las verdaderas indicaciones médicas. Por debajo de esa cifra, probablemente hay mujeres que no recibieron la cesárea que necesitaban; por encima, es muy posible que se estén haciendo cesáreas innecesarias, con riesgos añadidos para la madre y el recién nacido.
Las verdaderas indicaciones de la cesárea
La cesárea nació como un recurso salvavidas. Gracias a ella, millones de mujeres y niños han sobrevivido a situaciones que en siglos anteriores eran causa segura de muerte. Entre las principales indicaciones médicas se encuentran:
- Sufrimiento fetal agudo: cuando el bebé no recibe suficiente oxígeno durante el parto.
- Placenta previa o desprendimiento prematuro de placenta: condiciones en las que la placenta obstruye el canal de parto o se separa antes de tiempo.
- Preeclampsia y eclampsia graves: enfermedades hipertensivas que ponen en riesgo a madre e hijo.
- Desproporción céfalo-pélvica: cuando el tamaño del bebé o la forma de la pelvis materna impiden el parto vaginal.
- Cesárea anterior con complicaciones: especialmente si hubo incisión clásica o rotura uterina previa.
- Parto múltiple o presentaciones anómalas (transversa, podálica, etc.), dependiendo del contexto clínico.
- Parto que no progresa: cuando, a pesar de un manejo adecuado, no hay dilatación o descenso fetal.
Todas estas son situaciones donde la cesárea no solo es necesaria, sino vital.
El problema: de la indicación al abuso
El aumento de las cesáreas en el mundo no se debe a que de repente tengamos más complicaciones obstétricas. Responde a otros factores:
- Miedo al dolor del parto vaginal.
- Preferencias institucionales o de los profesionales, por organización de tiempos o menor incertidumbre.
- Falta de recursos para garantizar partos vaginales seguros (epidural, monitoreo fetal continuo, acompañamiento).
- Presión social y cultural: en algunos contextos se asocia la cesárea con “estatus” o “modernidad”.
En América Latina y el Caribe, la tasa de cesáreas es del 42%, casi el triple de lo recomendado. Este exceso no se traduce en menos muertes maternas o neonatales; al contrario, se asocia a más complicaciones quirúrgicas, infecciones, hemorragias y problemas respiratorios en los recién nacidos.
Lo que una mujer debe saber antes de una cesárea
- Es una cirugía mayor. Se abre el abdomen y el útero, por lo que hay riesgos de sangrado, infección, trombosis o lesión de órganos cercanos.
- La recuperación es más lenta. Mientras en un parto vaginal la madre suele caminar pocas horas después, tras una cesárea la recuperación completa puede tardar 4 a 6 semanas.
- No es una condena a repetir la cirugía. El parto vaginal después de cesárea (VBAC) es posible y seguro en la mayoría de las mujeres.
- Impacta embarazos futuros. Cuantas más cesáreas se realizan, mayor el riesgo de placenta previa, acretismo placentario y complicaciones quirúrgicas graves.
Después de la cesárea: claves para la recuperación
- El dolor es esperable, pero tratable. Existen protocolos analgésicos seguros que permiten moverse y cuidar al bebé.
- La movilización temprana salva vidas. Levantarse pronto reduce el riesgo de trombosis venosa y acelera la cicatrización.
- La lactancia puede iniciarse de inmediato. No hay excusa para retrasarla. El contacto piel con piel es posible en quirófano o en recuperación.
- El cuidado de la herida es fundamental. Limpiar, observar cambios y acudir al médico si hay fiebre, secreción o dolor excesivo.
- La salud emocional cuenta. Muchas madres sienten culpa o piensan que “fallaron”. Recordemos: una madre no se define por la vía de parto, sino por el amor y la entrega hacia su hijo.
Los mitos más frecuentes
- “La cesárea es más segura que el parto vaginal”: falso, cuando no hay indicación aumenta riesgos.
- “Después de una cesárea nunca podré parir por vía vaginal”: falso, el VBAC es una opción segura en más del 60% de los casos.
- “El bebé de cesárea no puede lactar igual”: falso, lo que necesita es estimulación y acompañamiento.
- “Es el parto más fácil”: falso, puede ser más rápido en el quirófano, pero la recuperación es mucho más compleja.
Reflexión final
La cesárea ha sido una revolución en la medicina. Gracias a ella, millones de vidas se han salvado. Pero como toda herramienta poderosa, necesita usarse con equilibrio. Ni demonizarla, porque es esencial en muchas situaciones, ni convertirla en la primera opción por miedo o comodidad.
Lo importante es que cada mujer esté informada, se le expliquen los riesgos y beneficios, y pueda participar en la decisión con su médico. Al final, lo que realmente importa no es la cicatriz en el abdomen, sino el inicio de una vida en condiciones de seguridad, respeto y dignidad.
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