Por: Primitivo Gil
Director de Todo en el Punto Multimedia
Sí, es verdad. El turismo en la República Dominicana está creciendo. Los números lo confirman. Las estadísticas de llegada de turistas, ocupación hotelera y generación de divisas reflejan una tendencia positiva que coloca al país como líder en el Caribe. Sin embargo, hay una realidad paralela que no puede seguir siendo ignorada: los servicios colaterales externos a las estructuras hoteleras no están creciendo al mismo ritmo, y en muchos casos, están en franco retroceso.
Nos referimos a sectores como el transporte turístico privado, manejado en gran medida por sindicatos y cooperativas independientes; a los pequeños y medianos operadores de excursiones; a los guías turísticos locales; a emprendedores gastronómicos, culturales y artesanales que operan fuera de los grandes complejos hoteleros. Todos ellos han sido históricamente parte del corazón del turismo dominicano, pero hoy se sienten excluidos y desplazados.
Como medio de comunicación, quisimos indagar más allá de las cifras oficiales y decidimos conversar con algunos pequeños emprendedores del sector. El panorama que nos describen es desalentador: “Ya no es como antes, después de la pandemia el turismo ha aumentado, pero nosotros, los chiquitos, nos estamos muriendo en este negocio. Ya no funciona. De 10 viajes que salían antes, ahora si acaso uno o dos. Y con tantos compromisos que hemos contraído, no podemos sobrevivir,” expresó un transportista turístico de la región Este.
Denuncian que las grandes estructuras hoteleras han desarrollado sistemas integrados que centralizan los servicios turísticos, desde el transporte hasta las excursiones, dejando fuera a cientos de pequeños proveedores. “Pedimos al gobierno que abra más el sector, que no solamente los grandes emporios sean beneficiados. Somos muchos los que dependemos de esta actividad, nuestras familias viven de esto. Si calculamos cinco personas por cada chófer, estamos hablando de millones de dominicanos afectados,” agregaron.
El crecimiento está, pero se ha concentrado. Se ha generado un monopolio de facto, en donde las grandes cadenas absorben casi toda la actividad económica que genera el turismo. Esto impide que los beneficios se distribuyan de forma equitativa y que las comunidades puedan realmente integrarse a la dinámica turística.
Es urgente rediseñar el modelo de desarrollo turístico dominicano. Se necesita una política pública más inclusiva, que fomente la participación activa de los micro y pequeños empresarios del sector. Programas de apoyo, financiamiento, acceso a plataformas de promoción, integración formal en paquetes turísticos y una regulación que garantice la libre competencia serían pasos fundamentales.
El verdadero éxito del turismo dominicano no puede medirse solo en cifras macro, sino también en el impacto micro: cuántas familias salen adelante, cuántos pequeños negocios prosperan, cuántas comunidades encuentran desarrollo a través de esta industria. Apostar por un turismo más justo, diverso e incluyente es apostar por una República Dominicana más fuerte, más unida y verdaderamente desarrollada.
Seguiremos analizando el temas en próximas entrega.